miércoles, 25 de febrero de 2009

Un sueño diminuto

El tiempo cambia el nombre de las cosas
y la razón no entiende las palabras
que a menudo se asoman a mis versos.
En el aire se puede percibir
su esencia suspendida,
escoltada por dos interrogantes,
como un aroma aún por descubrir.
Se entretienen las manos con muy poco;
con verdades a medias, con silencios
de antiguos calendarios y promesas
que sólo el corazón sabría pronunciar
en su lenguaje de puntos y comas.
Qué certeza no muere entre los labios
sin dejar cicatrices en el alma,
y un sueño diminuto
al que le crecen sílabas
que se repiten hasta el infinito,
como si sólo fuera el resultado
de una extraña e imposible división.

domingo, 15 de febrero de 2009

Contar el infinito con los dedos




Con el paso del tiempo, me pregunto
adónde fue el mensaje en mi botella,
quién supo sino el mar y sus alberos
del canto quebradizo
que invocaba a tus labios en un extraño idioma
de adverbios compatibles entre sí.

Y es mi ambigua renuncia la que endulza
contradictoriamente esos instantes
en los que la indolencia de los hombros
parece congregar a los deseos,
cuando una mano tuya delimita
de forma imaginaria el mundo en mi cintura.

Nada sería igual sin la distancia,
sin el silencio cómplice del que somos discípulos.
Porque sé que si hubiéramos pedido
lo imposible, los dioses
habrían roto todos los espejos,
habrían cancelado los trayectos de vuelta
desde cualquier azul de tu mirada
y al calor de la lumbre
aquel rosal se hubiera marchitado.

Entiéndeme, me basta con saber
que el futuro nos lleva en sus bolsillos
e imaginar el cielo a falta de certezas,
contar el infinito con los dedos.

martes, 10 de febrero de 2009

Cruel arquitectura




A cielo raso duermen las palabras
sobre un faldón de tejas en la noche,
como gotas de lluvia rutilantes
que soñaran saltar el voladizo
sin reparar en tiempos ni medidas.

Quizás la vida tan sólo sea eso,
el sueño de otra vida diferente
a modo de zumbido sobre nuestras cabezas;
dos ojos a través de un tragaluz
por el que sólo escapan los recuerdos,
un jardín más allá del laberinto,
y palomas que esquivan los balaustres
cuando el cimiento tiembla y se humedece.

Arquitectura cruel la de esta estancia,
en la que mueren ciegos casi todos los sueños.

viernes, 6 de febrero de 2009

CARTAS MARCADAS



Entonces los inviernos eran las estaciones
del metro, salpicándonos el rostro,
frías conversaciones de ascensor
y algún que otro arañazo en nuestros egos.

Todo era intenso y breve, como la juventud,
que pasaba las horas en un banco
del parque, maquillándose en exceso,
en el intento vano de ocultar
la urgencia incorregible de su piel.

Nuestras metas, aquellas que jugaban
como chavales en la orilla,
se fueron encorvando con los años
y palidecieron
en una caja de mudanzas
que quisimos dejar en el trastero.

Y la felicidad,
esa señora de ojos grandes
que disfrutaba deshojando sueños,
cambió de hobby inesperadamente
y se arruinó apostando en el casino.

Es lo que ocurre cuando el azar juega
con las cartas marcadas.

domingo, 1 de febrero de 2009

POSTDATA



Un reloj que rechina los segundos,
un sueño que aún no sabe que te has ido,
la huella de un pronombre indefinido
y silencios más largos y profundos.

Un listín de recuerdos moribundos,
las luces de neón contra el olvido,
altares de serrín para un cupido
cansado de apuntar a vagabundos.

Sedantes para el ánima y los miedos,
excusas que suavizan los agravios,
café solo en el fondo de mis credos,

las citas penitentes de los sabios,
y tengo una postdata entre mis dedos,
-¿la adivinas?- mordiéndose los labios.